La Ley Seca y el vino

La Ley Seca y el vino

En nuestro blog, nos gusta indagar en la historia y, sobre todo, destacar aquellos periodos en los que el vino tuvo un papel un tanto curioso.

Hace unas semanas, tratamos el tema del expolio nazi al mundo del vino.

Hoy, en este post, queremos trasladarte a los años de la Ley Seca y cómo el vino pudo sobrevivir, a pesar de las prohibiciones…

La Ley Volstead

Antes de comenzar contando cómo las bodegas salieron adelante, es conveniente contextualizar.

Retrocedemos al año 1920, al día 17 de enero, fecha en la que entra en vigor la 18º enmienda a la constitución de Estados Unidos y a la denominada Ley Seca o Ley Volstead.

Llamada así porque Andrew J. Volstead fue el principal impulsor de la prohibición a la producción, venta, transporte y exportación de todas las bebidas alcohólicas.

Los cambios acontecidos en Estados Unidos, en el siglo XIX, motivaron la creación de esta ley.

Hitos como la Guerra de Secesión, la industrialización, el crecimiento de las grandes urbes, y la inmigración masiva fueron hechos clave que generaron una gran ruptura en la población norteamericana.

Los promotores de esta ley creían que, imponiendo la prohibición del alcohol, conseguirían solucionar estos problemas.

Y es cierto que, durante la década de los años 20, el consumo se redujo a la mitad y por debajo de los niveles anteriores hasta bien entrados los años 1940.

De hecho, se estima que antes de la ley, había en Estados Unidos más de 2.500 bodegas. y cuando se acabó, apenas quedaron un centenar.

Sin embargo, durante estos años, también, la violencia y la corrupción y el deseo de la gente por beber alcohol fue una constante.

Como dato interesante, la sociedad estadounidense compró tres meses antes de que se estableciera la Ley Seca, 141 millones de botellas de vino…

Cuando acaba la Ley Seca, los vinos que más predominaban eran los vinos generosos o dulces, con una graduación alcohólica de más de 20 grados.

La Ley duró catorce años y el 5 de diciembre de 1933 con la 21º enmienda de Roosvelt se terminó.

De ahí, nace la famosa cita de Roosvelt tras su abolición:

“Lo que ahora necesita nuestra nación es un buen trago”

Tiroteos, jazz, glamour y alcohol, mucho alcohol

Se instaura la Ley y en una Norteamérica vetada al consumo del alcohol, empiezan a surgir bares clandestinos donde el alcohol ilegal campa a sus anchas, como en el mítico The Cotton Club.

En estos clubes surge la vida tras el telón incitando a la diversión y al desfase. Destaca la figura del gánster, y con ella, dos nombres míticos: Al Capone y Lucky Luciano.

Al capone

Al capone, cabecilla de la mafia de Chicago y Lucky Luciano en Nueva York.

Ambos controlaban el contrabando del alcohol de la época y quienes intentaban escapar de la ley con miles de artimañas.

Nace el moonshine, un destilado ilegal a base de whisky con una graduación de 95º.

El Moonshine

Los comerciantes ilegales como los contrabandistas ingleses o los licores ilegales Apalaches fueron quienes abastecieron a estos clubes.

Ellos producían en las colinas del sur y distribuían el whisky en esta época. Lo transportaban por la noche, “a la luz de la luna”. De ahí, su nombre: moonshine.

Este combinado, también, fue llamado, hooch, whisky blanco de Tennessee, rocío de la montaña o iluminación blanca.

Todo lo que gira entorno a la Ley Seca cuenta, en cierto modo, con un aura poética: clubes clandestinos, diversión, glamour, gánsteres, bebidas con nombres inspiradores…

Pero, la realidad es que, en la década de los años 20, los alcoholes con los que se traficaba llegaron a envenenar a mucha gente, además de enfermarlos por intoxicación.

¿Por qué

Porque se trataban de alcoholes de comerciantes ilegales que lo adulteraban. Incluso, un medicamento de la época basado en etanol, llamado “Jamaica ginger” fue modificado como licor, llegando a causar graves daños a la salud.

Y es que las ansias de beber alcohol eran tales, que, las artimañas se extrapolaron, también, a los hogares de los estadounidenses.

Muchos aprendieron a hacer su propio vino en casa a través de unos “ladrillos” de mosto concentrado (zumo de uva) llamados los “Bricks of wine”.

Los fabricantes incluían una advertencia: no dejar fermentar el zumo, todo con el fin de no quebrantar la ley…

Al finalizar la Ley Seca, el gobierno se encontró con que habían perdido once mil millones de dólares en ingresos fiscales y a día de hoy, sigue existiendo un debate sobre si la ley tuvo el efecto deseado o no.

Durante la época de la Ley Seca, solo estuvo permitido el uso del alcohol en dos usos: el medicinal y el religioso.

Remedios medicinales

Como se suele decir, en épocas de crisis, siempre hay quien encuentra la oportunidad y el beneficio, y en esta ocasión, no fueron solo las bandas criminales quienes lo hicieron.

Los médicos y farmacéuticos vieron en esta ley, una gran oportunidad de aumentar sus ingresos y así lo hicieron, eso sí, amparados por la legalidad.

Una vez establecida la ley, consiguieron que el Departamento del Tesoro de los Estados Unidos, autorizara a los médicos para prescribir alcohol a los pacientes que lo necesitaran como tratamiento médico.

Las dosis diarias se medían o bien en copas o en centímetros cúbicos y, en la receta se exponía el tiempo de duración del tratamiento.

En aquella época, el alcohol se utilizaba para tratar cualquier dolencia y su uso terapéutico era lo normal, ya que se consideraba que tenía múltiples propiedades.

Por ejemplo, el brandy era utilizado como tónico y dolores estomacales, el ron como calífero y sudorífico o la ginebra y el whisky como diuréticos.

Una copa de vino al día alargaba la vida, el whisky era vasodilatador, la cerveza antioxidante y una copa de licor era digestiva.

Así, nos encontramos con nombres como:

  • Spiritus Frumenti para dirigirse al whisky
  • Spiritus vini Gallici para el Brandy
  • Spiritus Juniperi para la ginebra
  • Vinum Album y Rubrum, “Xericum” para los vinos de Jerez
  • “Vini Portense”  para  el  Oporto

Todos ellos prescritos por los médicos.

Las ansiadas recetas…

Se estima que solo en 1928, los médicos recibieron 40 millones de dólares por estas recetas, añadiendo aquellas falsas que llegaban también a las oficinas de farmacias, aunque algunas estuvieran cerradas temporalmente, por haber violado directamente la ley.

Durante los 14 años que duró la Ley Seca, se llegaron a montar centenares de farmacias con el fin de vender y disponer de bebidas alcohólicas de manera legal.

Algunos médicos recibieron grandes cantidades de dinero de gente que no tenía ningún problema médico, simplemente para que les recetaran bebidas alcohólicas.

Con el fin de evitar recetas falsas, en noviembre de 1921, llegó la Ley Willis-Campbell siendo complementaria a la Ley Volstead. Desde entonces, se llevaron a cabo investigaciones, pero fueron muy pocos los casos denunciados o que terminaron en juicio.

Viendo el potencial de las bebidas alcohólicas, los farmacéuticos ya no solo se dedicaron a dispensarlas, si no que comienzan a preparar sus propios galones de alto contenido alcohólico que se incluían en el vademécum.

“Dios salve al vino”

Estados Unidos comenzó con sus primeras producciones de vino, a principios del siglo XIX, gracias a los misioneros franciscanos.

Ellos fueron quienes trajeron las vides al norte de California, plantando así los primeros viñedos en la zona de Sonoma.

Los acontecimientos históricos que transcurrieron durante el siglo XIX como la fiebre del oro, el ferrocarril, los bancos… supuso una inyección económica en California.

Y tal y como surgió todo esto, también, comenzó a destacar el vino.

Como comentábamos, algunas bodegas sí llegaron a salvarse y el contrabando fue quien ayudó a mantener el viñedo y las producciones. Sin embargo, la percepción que se tenía del vino comenzó a cambiar.

Y todo, justo en un momento en el que el vino en Estados unidos comenzaba a destacar, incluso siendo premiado en concursos internacionales de gran prestigio.

La producción del vino en California no llegó a desaparecer gracias a los usos religiosos de los jesuitas quienes se encargaron de atender el viñedo.

El vino litúrgico

La iglesia católica fue, sin duda, un pilar fundamental para mantener el negocio del vino, gracias a los acuerdos que se cerraban con proveedores de vino paras la celebración de la misa.

Pero no solo fue la iglesia, sino en general, las celebraciones de cualquier religión.

Según relata el historiador Michael Lerner, en el documental Prohibition, las iglesias y las sinagogas tuvieron un gran éxito de asistentes a sus liturgias.

Lo que no queda del todo claro, es, si en estos años, crecieron el número de misas o bien parte del vino iba destinado para otros fines que no eran los meramente religiosos ya que la cantidad de vino fiscalizado por la iglesia pasó de 2.139.000 galones a 2.944.700 en 1924 (un galón equivale a 3,7 litros).

Algunas bodegas como Brotherhood winery, Concannon Vineyard o Bernardo Winery se mantuvieron vivas gracias al whisky medicinal y al vino litúrgico.

Fortepan — ID 26528: Adományozó/Donor: Tarbay Júlia.

 

Fuentes:
Elservier
7canibales
La Voz de Galicia
Mivino
Libro recomendado: El último trago. La verdadera historia de la Ley Seca. Daniel Okrent

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