El expolio nazi al mundo del vino

El expolio nazi al mundo del vino

Es bien sabido por todos, que durante el III Reich, los alemanes tenían especial interés por confiscar toda clase de objetos de gran valor como: obras de arte, joyas, ornamentos… y, también, estaban obsesionados con el vino, en concreto, con el vino francés.

En este nuevo post, queremos hablarte de cómo los nazis quisieron hacerse con el venerado vino francés y cómo el pueblo galo defendió su patrimonio vitivinícola con uñas y dientes.

Te invitamos a descorchar una botella de Aire de Protos, y que te sumerjas en esta lectura, mientras degustas el vino más provenzal de nuestra bodega.

COMIENZA LA GUERRA

En 1939 comienza la Segunda Guerra Mundial, y ese mismo año, coincide con la peor cosecha en Francia. ¿Coincidencia? Puede que la naturaleza, siempre sabia, presagiaba lo que iba a ocurrir.

Reflexiones aparte, lo que sí es un hecho claro, es que 1939, el año que estalló la guerra, los viticultores franceses no tuvieron muy buena suerte con sus vinos.

Quizás, este capítulo de la historia es menos conocido que otros, pero la insistencia del III Reich, y concretamente, el Mariscal Herman Goring, por hacerse con los mejores vinos de la Francia ocupada, y la resistencia de los viticultores franceses para impedírselo, merece una especial reseña.

Desde 1940 hasta el fin de la ocupación francesa, los nazis decidieron hacerse con todo el vino francés, siendo la región de Champagne la que suscitaba mayor interés.

Los viticultores franceses no estaban por la labor de dejar que los alemanes se apropiaran de su mejor vino, por eso, lo protegieron, usando verdaderas artimañas para conseguir darles “gato por liebre”.

LOS WEINFÜHRER

Con el fin de tener el control sobre las producciones de vino francesas, el III Reich mandó a un oficial alemán a cada una de las regiones vitivinícolas de Francia: los weinführer, como les llamaba la población francesa.

Es por esto, que regiones como Burdeos, Borgoña y Champagne, contaban con un weinführer cuyo papel era hacer de intermediarios entre los productores de vino y el régimen.

Estos weinführer conocían bien el negocio del vino y en contra de lo que podemos pensar, intentaron garantizar una cierta estabilidad en la industria del vino, siempre pensando en sus intereses personales y comerciales ya que las guerras tarde o temprano acaban.

REGIONES VITIVINÍCOLAS

Región de Champagne

Tal y como adelantábamos, fue una de las regiones más deseadas y castigadas por los alemanes.

El weinführer destinado a esta región fue Otto Klaebisch, nacido en Cognac, cuñado del ministro de Asuntos Exteriores, Joaquim Von Ribetropp, con buen conocimiento del vino, pero al que también le gustaba la buena vida.

Y, resaltamos este último punto, porque tanto era así, que, según explica Julian Hitner, en la revista Decanter, una vez se estableció en Champagne, encargó a una conocida marca, que abasteciera al régimen con 400.000 botellas a la semana.

Pero no fue solo Klaebisch el más codicioso. Las tropas alemanas, en las primeras semanas de la ocupación en Francia, consiguieron llevarse dos millones de botellas.

Como es normal, los viticultores no vieron esto con buenos ojos y comenzaron a tramar distintas formas de timar a los alemanes… algo de lo que hablaremos más adelante.

Claramente, la relación entre el weinführer y los productores de Champagne no eran buenas hasta que gracias al Conde Rober Jean de Vogüé se comenzó una relación más diplomática y se evitó el saqueo de las cavas de las bodegas.

Además, se fundó el CIVC, Comité Interprofesional del vino de Champagne, comité que continua hasta la actualidad.

Como dato, se estima que se enviaron a Alemania, unos 320 millones de botellas.

Región de Burdeos

El Weinführer encargado era Heinz Bömers, director de Reidemeister & Ulrichs, la mayor empresa importadora de vinos de Alemania, que no tenía gran simpatía con las ideas del régimen nazi.

Bömers fue un oficial con un afán conciliador. Intentó en todo momento encontrar un equilibrio entre lo que exigían las jerarquías nazis y los requerimientos de los viticultores franceses.

Debido a su trabajo, Bömers conocía a Roger Descas, representante de Vichy, ante el cuartel general del Servicio Económico Alemán en París.

Él era el encargado de negociar los precios y cuotas del vino entre los alemanes y franceses y sus ideas eran muy similares a las de Bömers. Es por eso, que tenía que intentar mantener una balanza para contentar tanto a galos como a germanos. Situación nada difícil para ambos.

Ante esta problemática, Bömers diseñó una artimaña para lograr el objetivo común: ponerse de acuerdo en los precios y cuotas del vino, la noche antes de ir a las oficinas económicas germanas.

Una vez, cerrado el acuerdo, acudirían a la mañana siguiente a las oficinas, y durante la reunión, discutirían de manera ficticia, para finalmente, terminar en el acuerdo que ya habían pactado la noche anterior.

En Borgoña

Adolf Segnitz era el encargado de controlar la región. Su comportamiento fue muy similar al de Bömers. Un oficial que siempre fue amable y nunca se puso el uniforme.

Una de sus frases míticas fue «estoy aquí para comprar vino. Si desean vendérmelo, estupendo, pero no seré yo quien les obligue a hacerlo».

LOS ENGAÑOS DE LOS FRANCESES

Los viticultores franceses no iban a estar de brazos cruzados esperando a que las jerarquías nazis disfrutaran de este tesoro tan preciado, así que defendieron su vino con el fin de que no cayera en las manos equivocadas.

Algunas de las trampas que llevaron a cabo, fueron tapiar bodegas, enterrar botellas, e incluso, meterlas en estanques y embalses.

Los viticultores de la región de Champagne etiquetaban sus champagnes malos con etiquetas de sus cuvées más valorados. Algunos, como otra conocida marca de Champagne, llegó a poner en su etiqueta “Poison” (Veneno).

Los bordaleses ensuciaban las botellas con polvo para mostrar vinos envejecidos, enviaban botellas vacías… Sin embargo, estas tretas no funcionaban con los supervisores ya que cataban los vinos que se enviaban a Berlín.

Sacaban sus peores añadas para enviar a Alemania y de este modo, despejaban sus almacenes.

Incluso, llegaron a ocultar en el restaurante Le Bouchon (El corcho, en francés), sus mejores botellas, tal y como cuentan los periodistas Javier Márquez Sánchez y Rodrigo Varona en el libro Fuera de Carta.

El ingenio de los franceses en su máximo esplendor para que los nazis no se apropiaran de su patrimonio.

ALGUNOS DATOS CURIOSOS

Si, destacábamos la heroicidad de los champanoises, hay que contar un episodio propio de espías, los cuales abundaban mucho por aquella época. Los productores de vino y la resistencia francesa intentaron sabotear en muchas ocasiones los pedidos dirigidos a los nazis, tarea bastante difícil.

Estar en contacto e intentar estos sabotajes, les sirvió para averiguar un encargo muy “especial” que se hizo de botellas de champagne encorchadas a conciencia y muy bien empaquetadas, con destino a “un país muy cálido”…

El país resultó ser Egipto donde el general Rommel estaba a punto de comenzar su campaña al frente del Africa Korps. La resistencia francesa no dudo en informar de esto a la inteligencia británica.

Final de la guerra

Comenzábamos este post, diciendo que el año del comienzo de la guerra fue la peor cosecha para Francia, y curiosamente, el año de la victoria fue el año de su mejor cosecha.

De nuevo, la naturaleza…

El final de la guerra y la producción de buenos vinos hizo que esta nueva etapa fuera muy significativa para el cultivo y la elaboración, lo que propició el gran comercio.

Los caballos fueron sustituidos por los tractores de eje y las mujeres dejaron de embotellar porque se empezó a trabajar con máquinas embotelladoras. Muchos viticultores franceses que lucharon extrapolaron su experiencia en la guerra a sus empresas (Guerra del vino de Los Kladstrup).

Otro hito destacable gira entorno a la figura de Heinz Bömers quien cuando acabó la guerra escribió al barón Philippe de Rothschild, preguntándole si podía representar sus vinos en Alemania.

El barón respondió “Sí, claro ¿no estamos construyendo una nueva Europa?”

En el libro Guerra del vino, podemos encontrar grandes historias, como la acontecida el 4 de mayo de 1945, cuando el piloto Bernard de Nonancourt descubrió volando la puerta de una cueva oculta en los Alpes Bávaros, donde se encontraba el famoso Kehlsteinjaus (Nido de Águila), refugio de Hitler, medio millón de botellas de los mejores vinos jamás elaborados, grandes añadas, la mayor parte de ellos, del siglo XIX.

A de Nonancourt le sorprendió encontrar la gran cantidad de botellas de vino, pero más le llamaría la atención a quien le pertenecían:

Adolf Hitler.

Él no bebía…

Fuentes:
Pedro Escobar
Foro Segunda Guerra Mundial
Historia de la historia
Bibliografía:
Guerra del vino, Don Kladstrup, Petie Kladstrup
Fuera de Carta, Javier Márquez Sánchez y Rodrigo Varona

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