Temporada de otoño, temporada de setas

Temporada de otoño, temporada de setas

El 22 de septiembre puede marcar el inicio oficial del otoño en el calendario. Una época en la quelos árboles se tiñen de ocres, rojizos y amarillos, como si el campo entero se cubriera de una nostalgia suave. Y bajo esa calma aparente, en los rincones más discretos del bosque, aparecen las primeras setas.

Temporada de setas

Buscar setas no es solo un pasatiempo. Es una tradición que muchos han aprendido de padres, abuelos o sabios amigos. Cada especie tiene su lugar, su momento y su árbol favorito. Aparecen los níscalos en los pinares, los boletus bajo robles y hayas, las colmenillas en suelos calcáreos.

Recolectarlas implica cuidado. Se cortan con cuchillo, se transportan en cestas aireadas, se recogen con conciencia. Porque solo así el ciclo se repite año tras año.

De la tierra al plato: cocinar con setas de otoño

La cocina otoñal cambia de ritmo con las setas. Su sabor profundo, terroso, pide preparaciones sencillas que no enmascaren su carácter. Salteados con ajo, en revueltos con huevos camperos, sobre una tostada con queso curado o en un risotto que se cuece sin prisa.

No importa la receta, importa el respeto. Las setas no se apresuran y la cocina que las acoge, tampoco debería hacerlo. Son un lujo estacional, uno de esos regalos que solo el bosque puede ofrecer.

Maridar setas con vino

Pocas combinaciones expresan tanto la estación como la de las setas y el vino. Un Protos Roble puede aportar la redondez justa para un plato de níscalos con jamón. Un Protos Crianza armoniza con boletus salteados o guisos de caza ligera. Y si la preparación es más delicada —como una crema de setas o una tortilla suave—, un blanco con crianza como Aire de Protos resalta su textura y aroma sin eclipsarlos.

Protos Roble

Protos Crianza

En otoño, el vino acompaña sin estridencias. Sabe ocupar el lugar que le corresponde: el de ser parte de una experiencia, no el centro de ella.

Un otoño de hongos

Este año, los incendios han dejado su huella en muchos rincones de nuestro país. La naturaleza nos recuerda, una vez más, que no es infinita. Que el bosque, con sus silencios, su humedad y sus setas, es un bien frágil que merece  ser cuidado.

Por eso, mientras caminamos por senderos entre hojarasca y buscamos con ilusión el primer boletus de la temporada, pensemos también en lo que podemos devolverle al paisaje. Porque el otoño no es solo una estación: es un estado de ánimo. Y este, como el buen vino, también se cultiva.

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