Destinos para viajar en Navidad

Destinos para viajar en Navidad

Cuando se acercan las fiestas, el mapa se llena de luces, mercados y ciudades que parecen pensadas para pasearlas con las manos en los bolsillos y una bufanda bien ajustada. Elegir destinos para viajar en Navidad no es solo cuestión de postales: también tiene que ver con el tipo de invierno que nos apetece vivir y con qué vino imaginamos abriendo al final del día.

Hay ciudades que piden blancos frescos junto al mar; otras, tintos de larga sobremesa tras horas de frío y mercados. La gracia está en pensar el vino como parte del viaje.

Viena: mercados, frío seco y un Protos 3er Año

Viena en diciembre es casi un cliché navideño… en el mejor sentido de la palabra. La ciudad se llena de mercados —desde el de la Rathausplatz al del palacio de Schönbrunn— donde el aroma a vino caliente, castañas asadas y almendras garrapiñadas acompaña las luces y los puestos de artesanía.

Entre salchichas, gulasch, sopas contundentes y dulces como el Apfelstrudel, el cuerpo también te pide un vino. Ahí tiene sentido imaginar un Protos 3er año : un tinto con estructura, taninos pulidos y una fruta madura que aguanta bien carnes rojas, guisos y platos de cuchara.

Protos Crianza 3º Año

La acidez sostiene el conjunto y limpia la boca entre bocados grasos; la crianza en barrica aporta notas de especias y tostados que dialogan de forma natural con una cocina de invierno. No se trata de competir con el vino caliente de los puestos, sino de reservar la botella para esa cena más tranquila, cuando se apagan los mercados y la ciudad baja el volumen.

Copenhague: hygge, Tivoli y Protos 9 meses ecológico

En Copenhague, la Navidad se traduce en la palabra hygge: esa idea de confort cálido que mezcla velas, mantas, buena compañía y algo rico en la mesa. Tivoli Gardens, en pleno centro, se convierte en un parque de luces, atracciones y casetas donde se sirven gløgg (vino caliente con especias) y clásicos daneses como sándwiches de cerdo asado, æbleskiver o arroz con leche.

Para ese invierno nórdico que combina aire frío y interiores muy cuidados, un vino como Protos 9 meses ecológico encaja por partida doble. Por un lado, su fruta franca y su nervio en boca lo hacen un tinto ágil, capaz de acompañar carnes asadas, embutidos suaves y platos de raíz sin hacerse pesado. Por otro, su condición ecológica dialoga con la sensibilidad nórdica hacia el origen, la sostenibilidad y la relación con el paisaje.

Vino Protos 9 meses ecológico

La acidez viva ayuda a cortar la grasa del cerdo y las salsas típicas de estas fechas; el tanino, bien integrado, mantiene la estructura sin resultar agresivo. Es un vino que se puede abrir al volver del frío, mientras se repasan las fotos del día y se decide si mañana toca mercadillo, paseo por los canales o vuelta a Tivoli.

Lisboa: luz de invierno suave y Protos Verdejo

No toda Navidad tiene que ser nieve y temperaturas bajo cero. Lisboa ofrece un invierno más suave, con luces navideñas sobre las fachadas, mercados, conciertos y una gastronomía que en estas fechas mira al bacalao en todas sus formas y a dulces como el bolo rei o las rabanadas.

En una ciudad donde el mar y el bacalao mandan incluso en las mesas de Nochebuena, un blanco como Protos Verdejo se siente en casa. Su acidez marcada, sus notas cítricas y herbales y su buena intensidad aromática lo convierten en un aliado natural de pescados blancos, mariscos y elaboraciones de bacalao que combinan salinidad y untuosidad.

Frente a un bacalhau à Brás o a una versión navideña más tradicional, el Verdejo aporta frescura y tensión, limpia la boca y realza los puntos salinos del plato. Y, cuando llega el momento del bolo rei o de otros dulces, puede ceder el paso al café o a un vino de postre local sin necesidad de competir. Aquí el viaje y la copa se entienden como un diálogo entre la Ribera del Duero y el Atlántico.

Nueva York: luces, rascacielos y Protos 27

Nueva York en diciembre es otra cosa: el árbol del Rockefeller Center, las pistas de hielo, los escaparates iluminados de la Quinta Avenida y los mercados de invierno que se reparten por la ciudad. Es un escenario donde conviven puestos de chocolate caliente, cenas de steakhouse, restaurantes de cocina del mundo y brunchs que mezclan dulce y salado sin complejos.

En una ciudad así, que funciona a base de capas —de luces, de ruido, de acentos, de ritmos—, un vino como Protos 27 tiene mucho sentido. Es un tinto de detalle, con fruta precisa, crianza bien trabajada y una estructura que permite acompañar carnes rojas, platos de caza, quesos curados o incluso algunas propuestas de cocina fusión que mezclan sabores intensos.

Su equilibrio entre concentración y frescura hace que aguante una cena larga sin volverse pesado. La acidez sostiene cortes nobles de carne; los taninos finos se llevan bien con texturas a la parrilla; las notas de barrica dialogan con salsas oscuras y reducciones. Es un vino para noches en las que la ciudad impresiona, pero uno quiere que la copa también tenga algo que decir.

Elegir el vino como se elige el viaje

Pensar en destinos para viajar en Navidad es, en el fondo, pensar en qué tipo de invierno nos apetece: mercados centroeuropeos, hygge nórdico, luz atlántica, vértigo urbano. El vino que nos acompaña puede reforzar esa elección o matizarla, pero no necesita estar presente en cada comida ni en cada momento del día.

Llevar un Protos en la maleta es una forma de viajar con un pedazo de Ribera del Duero a cuestas. A veces se abrirá en una cena especial; otras, esperará a la vuelta para prolongar el viaje desde casa, cuando las luces navideñas sean ya memoria.

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